No estés triste porque eres madre soltera…. hay mujeres que tienen marido y no les sirve para nada.


Ser madre soltera es un estado de sacrificio, dedicación y esfuerzo que no debe ser menospreciado por la sociedad, mucho menos por otras mujeres.

Especialmente considerando que el estado civil –soltera, casada o divorciada- no influye en la labor de una mujer como madre responsable de sus pequeños.
Y es que pese a los distintos avances que ha registrado la humanidad tras su evolución y adaptación a los tiempos mordernos repletos. Lastimosamente en gran parte de las sociedades del mundo, una madre soltera es vista con desprecio y es víctima de prejuicios y aislamiento.

Esto se debe a una concepción errónea que las mentes más tradicionales poseen sobre lo que representa un hogar “saludable”. En el cual las familias separadas o monoparentales no poseen el mismo valor ni realizan el mismo trabajo o esfuerzo.

Esta diferencia de trato se debe a la gran importancia que muchas veces se le brinda al estado civil de las mujeres, especialmente si poseen un hijo. Un prejuicio moral que carece de relevancia al momento de evaluar la capacidad de una mujer para ser una madre responsable.

El amor de una madre no se preocupa por el estado civil


Para una madre no existe diferencia alguna entre estar soltera o estar en pareja, dado que la prioridad número uno de su vida, siempre será el bienestar de sus pequeños, incluso por encima del propio.

De esta forma, una madre soltera realiza los mismos sacrificios y padece de las mismas noches de insomnio, cansancio y agotamiento que una mujer casada y con niños. Ya que ambas aprecian, valoran, cuidan e invierten tiempo y esfuerzo en proteger y atesorar a sus hijos, para quienes desean siempre lo mejor.

Es por ello que estigmatizar y menospreciar la labor de una madre en base a su estado civil o condición social solo sirve para causar daño innecesario. Al contrario se debe incentivar el respeto y la admiración para todas las mujeres que se sacrifican y dejan todo por sacar adelante a sus hijos, sin dejarse influenciar por las opiniones y prejuicios de la sociedad y de otras personas.